El Abismo Digital



Estaba leyendo una comunicación del congreso de envejecimiento activo: el libro blanco sobre el envejecimiento activo, titulado E learning y nuevas tecnologías como estrategias para el envejecimiento activo.

La verdad es que su lectura, para mí, que soy un fanático de la nuevas tecnologías, se hacía cada vez más excitante... videojuegos de consolas como la Wii, aplicadas a terapias físicas (relacionadas con la coordinación y psicomotricidad), o juegos como el Brain Training ( o Brain Age) para Nintendo DSi o que de una manera bastante acertada lo versionan para usuarios de PC, y múltiples opciones de e-learning, mid o blended learning, etc.

Es innegable que aunque los juegos, digamos, clásicos para la estimulación cognitiva funcionan, sus hermanos digitales también ofrecen ventajas, que podrían ayudar complementando las terapias no farmacológicas:

- Facilitar el trabajo del profesional agilizando la gestión de los materiales de estimulación, permitiendo una mayor calidad y versatilidad de los mismos.
- Proporciona una retroalimentación rápida y correcta, permitiendo interactuar modificando las tareas en función de los resultados.
- Los estímulos que se presentan resultan más atractivos, lo que aumenta la motivación del sujeto, provocando, además un clima lúdico.
- Permite controlar con precisión ciertas variables, como el tiempo de exposición de los estímulos y el tiempo de reacción.
- El acceso objetivo a los resultados y facilitación de los análisis.

Hasta ahí, todo bien, si consideramos el uso de estas NNTT por parte de un técnico o grupo de profesionales que sacan partido a estas nuevas alternativas.

Pero, ¿que ocurre cuando es el propio mayor el que toma el mando? Pues los resultados son desiguales.

Es cierto que el gobierno ha invertido ingentes cantidades de dinero (por ejemplo, el plan Avanza destinó 636.000 €) en la alfabetización digital de nuestro mayores, pero mirando el informe eEspaña (pinchad aquí para verlo), un informe anual realizado por la Fundación Orange, se nos muestra, en el apartado de mayores y TIC's, que el grupo de más acceso a cursos de informática son los mayores de 65 años, e irónicamente, este mismo grupo muestra un bajísimo uso de estas tecnologías. Tal uso se restringe a operaciones bancarias y a lecturas de periódicos digitales.

Una vez más, España se encuentra a la cola de nuestros socios europeos en cuanto a mayores y nuevas tecnologías y las razones que se pueden extraer son varias. En primer lugar, los cursos no están adecuados a la idiosincrasia del grupo al que van destinados; las TIC's adaptadas en este país son escasas o inexistentes, y ¿por qué? pues porque nuestros mayores aún no son un grupo de mercado lo suficientemente significativo;a medida que este grupo crezca (que crecerá, si todo sigue igual) veremos la aparición de nuevos dispositivos más adecuados.

Por otro lado, la actitud en la formación y la forma de enfocarla es fundamental. En el trabajo que realicé con mis compañeros del curso de especialista en Gerontología, sobre el aula de mayores de Sevilla, los resultados de nuestro estudio acerca de la simpatía hacia las asignaturas impartidas, dejaban bien claro que la informática no era la opción más deseada; les resultaba algo muy ajeno, y las explicaciones del profesor se hacían desde un punto de vista poco lúdico o escasamente enfocado a los intereses del alumnado.

En fin, la brecha digital, con nuestros mayores... ¡aún es un abismo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario